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Este mundo. El espejo
No era preciso irse tan lejos. Lo bueno (o lo malo) que tienen los bárbaros -los otros- es que nos sirven como espejo. Para comprobarlo no hay más que mirar hacia afuera -¿fuera de dónde?-, pero meternos en ese jardín amerita una digresión someramente etnográfica.
Durante un tiempo -cuando estudiaba antropología en la complutense- llegué a pensar que esa disciplina era un cuento chino ideado para vender matrículas universitarias, chalecos con muchos bolsillos y libros de Castaneda.
En aquellos días (que parece una frase bíblica)
…viajar era una aventura
y queríamos ir solos
-Corto Maltés, Marco Polo-
a descubrir los caminos,
los conflictos, las culturas,
las fronteras, los burdeles…
pero hoy todos los hoteles
son el mismo, y son tan light
tan wifi y tan samsonite
que resultan anodinos.64
Ha transcurrido desde entonces más de un cuarto de siglo. En ese tiempo he aprendido algunas cosas. Conocí que antes de que Cien años de soledad fuera escrita Macondo ya existía en un lugar recóndito de Angola -me pregunto si Gabo lo sabía- y que las palabras chacra, milpa o machamba se refieren a lo mismo, pero en diferentes lugares. También que en África no se asume -ni de lejos- el discurso indigenista americano y que en Guinea Ecuatorial la debilidad (pese a la dictadura) del Estado se corresponde con la fortaleza de los clanes.