Читать книгу El fascista estrafalario. Volumen II онлайн

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A primeros de 1930 Ramón Gómez de la Serna me ofreció un banquete en el café Pombo con más de cien comensales y en el que a su final, mientras Rafael Alberti repartía un panfleto contra la ´Revista de Occidente´, Antonio Espina se levantó para disentir de la presencia de un fascista entre los comensales (el comediógrafo Bragaglia) y atacar con ese motivo la Dictadura de Primo de Rivera, auspiciando una España liberal y republicana. Frente a lo cual, Ramiro Ledesma Ramos se alzó apelando al heroísmo de las juventudes y respondiendo a la pistolita simbólica, la de Larra, que sacara Antonio Espina empuñando una de verdad.123 Ocurrió el día 3 de enero.

Cada vez que menciono a Alberti no puedo evitar recordar un día -debía yo de tener 16 ó 17- que acudí a escuchar recitar sus poemas a Ernesto Cardenal. El cura nicaragüense era en aquel momento ministro de Cultura del gobierno revolucionario sandinista. Autor entre otras obras de Oráculo sobre Managua y Oración por Marilyn Monroe, su primer libro había sido publicado por Alejandro Finisterre, el albacea de León Felipe.124 Poco después se hizo famosa una foto suya de rodillas mientras era regañado -de muy malos modos- por el papa polaco. Últimamente Daniel Ortega le ha retenido en arresto domiciliario (con más de 90 años) y hoy debe de estar horrorizado por los últimos acontecimientos en su país.

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