Читать книгу El fascista estrafalario. Volumen II онлайн

117 страница из 123

Aquella tarde me retrasé y llegué al auditorio del Instituto de Cooperación Iberoamericana -que luego se convertiría en la AECID- con el recital ya comenzado. Entramos al mismo tiempo a la carrera y tratando de pasar inadvertidos un viejito y yo. Cuando nos sentamos juntos me percaté de que era Rafael Alberti, pero como siempre he sido un tímido no me atreví a saludarlo.

Más tarde tuve ocasión de escucharlo también a él en un par de ocasiones recitar sus poesías acompañado por Nuria Espert.

Volviendo a Giménez Caballero, las tensiones ideológicas hicieron que el formidable grupo de intelectuales que escribía La Gaceta Literaria se disgregara. A partir de 1929 algunos autores comenzaron a alejarse, a medida que el proyecto iba adquiriendo un tinte cada vez más político. Gecé reconoce en sus memorias …mis amigos y mis colaboradores me fueron abandonando.

Los seis números finales los escribió enteros él solo. Incluso tuvo que hacerse cargo de las ilustraciones. Le cambió entonces el nombre a la revista -no sé si ya lo he mencionado- por el de El Robinsón literario.

Правообладателям