Читать книгу El fascista estrafalario. Volumen II онлайн

12 страница из 123

A eso hay que añadir que siempre resulta más estimulante observar al adversario que a quienes opinan más o menos como nosotros, cuyos argumentos -puesto que los compartimos- la mayoría de las veces conocemos.

La primera vez que me fijé en el nombre de Ernesto Giménez Caballero estaba esculpido. En una estela de piedra dedicada al conquistador Martínez de Irala que se encuentra adosada a la fachada de la catedral de Asunción. Luego volví a encontrarlo en el pedestal de otra estatua ubicada en la misma plaza (frente al Cabildo, a muy pocos metros del edificio del Congreso que los manifestantes quemaron en marzo de 2017). En esa ocasión sobre él descansaba la escultura armada -con armadura- de Juan de Salazar.

Comenzó a intrigarme; y cuando me asomé a internet quedé perplejo: promotor del vanguardismo, dos veces Premio Nacional de Literatura, fundador de Falange… ¿cómo es que nunca había oído hablar de él?

¿Por qué a todos nos suena desde el bachillerato que la Generación del 27 -y suele haber consenso en que fue uno de los momentos culturales más fecundos del siglo XX- se llama así por un homenaje que le hicieron a Góngora, y sin embargo nadie recuerda al principal aglutinador de aquel movimiento?

Правообладателям