Читать книгу Cada quién su cuento онлайн

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El tiempo transcurría mientras exploraba esos jardines tan verdes que parecían de mentira: con arbustos redondeados, perfectos; flores que cambiaban acorde al calendario en lugar de las estaciones; ardillas regordetas, que parecían mirarme con recelo y ese olor embriagante de galletas recién horneadas, que escapaba por la ventana del vecino. Cuando tenía suerte, encontraba pequeñas rocas que usaba para simular cochecitos; me imaginaba que eran los Hot Wheels que salían en la televisión y que me prometías que, algún día, me traerían los Reyes Magos. Yo, sinceramente, prefería a Santa Claus, ése sin falta iba cada Navidad a casa de mis compañeros de escuela, siempre regresaban a clases enumerando todos los regalos que habían recibido; carritos eléctricos, dinosaurios, Legos. Todo lo que yo solamente veía en la televisión y ansiaba tener.

Pasaban 3 o 4 horas antes de que salieras, limpiando con el antebrazo la fatiga de tu frente, con las manos ocupadas con cubetas y la mente aturdida de cansancio. Me llamabas con un silbido que erizaba mi piel. Corría a ti con la cara encendida por el sol como un tomate colorado; el sudor escurriendo por el cuello; las uñas llenas de mugre y mis tripas crujiendo de hambre.

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