Читать книгу Un mundo made in China. La larga marcha hacia la creación de un nuevo orden mundial онлайн

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A medida que la situación en China se volvió más complicada (por las mencionadas revueltas domésticas y las guerras con las potencias), el ejército norteamericano fortaleció las inspecciones y, cuando a finales de la dinastía Qing la situación en China se deterioró profundamente, la Marina de Estados Unidos incrementó su patrullaje en ese río. Diversas lecturas dejan saber que muchas personas de la Dinastía Qing creían que la derrota en las Guerras del Opio había obedecido precisamente a que esa Dinastía no contaba con su propia armada.

Según los tratados desiguales a Estados Unidos, Japón y varias potencias europeas, en particular al Reino Unido, se les permitió navegar por los ríos de China. Hasta aquí, este siglo caracterizado por esos tratados fue dominado por los británicos al imponer su política imperial para conseguir liberar el comercio, requerimiento de su industria naciente. Recién después de 1880, la producción de opio nativo de China comenzó a suplantar el producto indio, cuya importación cesó en 1917. Ese comercio de opio de India a China, entonces, había cumplido un siglo bajo los auspicios británicos. Luego y hasta inicios del siglo XX, la invasión del territorio del emperador Qing ya no fue de su exclusividad sino que la compartió con otros poderes con quienes, a veces, fue rival (Rusia, Francia, Alemania y Japón). De alguna manera, la geografía china es escenario de una rivalidad imperial que se manifestaba en el resto de Asia y Africa y que haría eclosión en la Primera Guerra Mundial.

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