Читать книгу Un mundo made in China. La larga marcha hacia la creación de un nuevo orden mundial онлайн

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Las ambiciones de ultramar del Imperio Británico cobraron un nuevo y contundente ímpetu con la Revolución Industrial británica, y durante el siglo XIX, las mejoras tecnológicas en el transporte impulsaron un renovado esfuerzo de Occidente para expandir el comercio mundial. Después de 1842, los puertos chinos que anteriormente habían estado cerrados a los comerciantes occidentales se vieron obligados a abrir al comercio y la inversión; en estos llamados “puertos de los tratados”, los aranceles de importación en China eran de tasas reducidas.

La historia nos muestra que el despliegue de las fuerzas británicas estaba vinculado a esa necesidad material de un sistema de relaciones sociales naciente, el capitalismo, que aparecía y se consolidaba en su territorio insular, esto es la aparición de una burguesía industrial que requería de insumos para su revolución manufacturera. No se trata solamente, claro, de ir por territorios e imponerse sobre los residentes locales y sus gobiernos, sino de crear las condiciones para que el capitalismo pueda hacerse de lo mismo que requiere en cualquier lugar, para lo cual también necesita de otro tipo de fuerzas que hagan dependientes a los lugares donde consigue imponerse o someter.

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