Читать книгу Un mundo made in China. La larga marcha hacia la creación de un nuevo orden mundial онлайн

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Desde la Revolución Industrial y durante algo más de cien años queda contenido el siglo de la pax británica, como lo caracterizó Eric Hobsbawm (el siglo largo que llega hasta la Revolución bolchevique). Es el momento de los barcos de vapor, los ferrocarriles y el telégrafo, que aceleran el comercio mundial junto con la industrialización y la producción en masa. Inglaterra se convierte en el primer país en adoptar formalmente el patrón oro, lo que significa que las monedas son convertibles en una cantidad específica de oro, creando estabilidad en los tipos de cambio y facilitando el comercio y la inversión (las naciones más desarrolladas hacen lo mismo). Occidente capitaliza los recursos naturales de las colonias y los mercados extranjeros, utilizando la fuerza y la presión económica para abrir los mercados de China y Japón, particularmente.

Desde entonces, se va medrando el poder militar y político del emperador tanto por revueltas locales (la principal es la Rebelión Taiping, que comienza en 1850) como en luchas con otros imperios (en la Segunda Guerra del Opio, de 1856 a 1860, contra Gran Bretaña y Francia, quedando ratificada la superioridad bélica de Occidente). Estos enfrentamientos incluyeron la pérdida de partes del territorio, que más que vastos eran estratégicamente importantes (las islas de lo que hoy conocemos como Taiwán y Hong Kong, las penínsulas de Corea y Kowloon, regiones de la Manchuria Interior, etc.). Los principios incorporados en el mencionado Tratado de Nanjing no fueron completamente aceptados en el lado chino, y los privilegios que surgían de él parecieron no conformar a los ganadores. En consecuencia, el sistema de tratados no se estableció realmente hasta que los británicos y franceses libraron esa segunda guerra contra el emperador Qing: el nuevo orden no fue reconocido por la renuente dinastía hasta que una expedición anglo-francesa ocupó el propio Beijing en 1860.

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