Читать книгу Las formas del árbol. 300 años de democracia en Chile онлайн

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Subyace en este trabajo el consenso general, predominante en la época contemporánea, de validación del sistema democrático como la mejor forma de gobernar. Este concepto fue acuñado hace 2.500 años en la antigua Grecia, pero aún no es posible consensuar su verdadero alcance práctico, con cierta precisión universalista. Hoy por hoy se habla de democracia con distintos apellidos: democracia liberal, democracia popular, democracia representativa, democracia profunda, democracia protegida, etc. “Habiendo aproximadamente un grupo de definiciones teóricas o del lenguaje político de relativa convergencia, el concepto ha admitido también significados distintos y subentendido que pueden chocar con cualquier unanimidad supuesta”, dice al respecto el historiador Joaquín Fermandois.5 Sin embargo, es posible distinguir a simple vista los gobiernos democráticos de los regímenes totalitarios y autocráticos. Así y todo, los países que practican la democracia se proponen un conjunto de objetivos que se pueden resumir en el bien común y en el ejercicio de las libertades individuales, desde la libre expresión de ideas, opiniones e intereses, hasta la libertad de desplazamiento y la elección de los representantes del pueblo por votación popular. Con este fin los sistemas políticos democráticos se valen de instrumentos funcionales, tales como normas, reglamentos, leyes y códigos basados en una carta fundamental o constitución política. Antes de su promulgación, en democracia se asume que el texto de la carta fundamental sea presentada y debatida con una amplia participación de la ciudadanía e, idealmente, que su redacción sea realizada por una Asamblea Constituyente, o bien por una Convención Constitucional, elegida por votación popular, tal como comenzó a ocurrir en Chile, a partir de mayo de 2021, cuando fueron electos los y las integrantes de esta Convención.

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