Читать книгу Las formas del árbol. 300 años de democracia en Chile онлайн

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Chile no está exento de los riesgos que acechan a la democracia. Aunque en 2020 se observaban claros síntomas de deterioro, la ciudadanía daba por sentado que esta seguía funcionando y que tal vez se mantenía estable dentro de su gravedad, aun cuando desde el año anterior había entrado en una profunda crisis.

Un síntoma de la crisis fue la deslucida celebración de los 30 años que cumplió la nueva democracia chilena el 11 de marzo de 2020. Aquel día el Presidente Sebastián Piñera recordó la fecha solo como el aniversario de su propio gobierno, mas no como un hito de tres décadas que debió enorgullecer a una mayoría ciudadana y frente a lo cual la autoridad con más poder debió tomar la iniciativa. En tanto, afuera del palacio de La Moneda, nadie celebró y quizás muy pocos chilenos recordaron siquiera el momento cuando el general Augusto Pinochet entregó el poder al Presidente Patricio Aylwin. Es cierto que no se dieron las condiciones de contexto para celebrar la democracia, dado que aún se percibían las secuelas de la explosión social ocurrida cinco meses antes y el país entraba en modo crítico para enfrentar la pandemia del Covid-19. Fue un hecho trascendente que pasó inadvertido. Junto con los cuidados que se merece, la democracia también necesita gestos de solemnidad que actúen como mensajes para refrendar sus valores, con especial cuidado de que estos sean recibidos por los niños y los jóvenes, con el fin de proyectarlos hacia el futuro.

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