Читать книгу Tú y yo онлайн

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Decidí contar mis tendencias y sentimientos homosexuales a mis veintiún años y decir de alguna manera que me gustaban las chicas a tres personas: a mi amiga Cristina, a mi confesor y a mi mamá. Te aseguro que sentía un miedo que casi me paralizaba y cuando relataba lo que sentía, daba tantas vueltas al tema que hasta yo misma me perdía en mis explicaciones. Con Cristina y mi confesor resultó todo muy fácil y me dieron esperanza. Me dijeron: «Sigue a tu corazón». Cuando se lo conté a mi amiga, me debí de poner muy tremendista, porque me dijo: «¡Hija, qué susto me has dado! Pensé que era algo muy gordo y es solo esto». Mi mamá, que se llama como yo, María, tardó mucho mucho tiempo en entenderme. Fue muy duro y sentí una incomprensión tan grande como la que sentía de mí misma.

Volviendo a Juana, me fui acercando todo lo que podía a ella, para que confiara en mí, para que pasara más tiempo a mi lado y se fuera haciendo más amiga mía. Y lo fui consiguiendo. A menudo quedábamos y no solo con la pandilla. Venía a mi casa a que le echara las cartas. Por aquel entonces lo hacía para mis amigos. Acertaba muchas cosas y no únicamente en temas de amores y desamores. En una ocasión llegué a vaticinar que dos miembros de la pandilla iban a tener un accidente con su coche nuevo y pasó.

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