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—Cualquiera diría que estás un poco perdida.

Al girarme, veo a un chico menudo, con gafas metálicas y el pelo teñido de blanco. Echo un vistazo a mi horario y fuerzo una sonrisa.

—Sí, soy de primer año.

—Vaya. Siento decirte que no es tu día de suerte, porque yo también y estoy tan perdido como tú —contesta, lo que me hace reír. Me estrecha la mano—. Soy Harry.

—Holland Owen. Pero todo el mundo me llama Holland —añado a toda prisa. Si Harry nota que me muestro reticente a que me llamen por mi apellido, no dice nada al respecto.

—¿Qué clase tienes, Holland?

—Historia del Arte, ¿y tú?

—La misma. Genial. Así no seré el único que llegue tarde. —Sonrío y él señala hacia las escaleras—. He visto a gente despistada yendo por allí. Si la intuición no me falla, hay un noventa y nueve por ciento de probabilidades de que sean de nuestra clase.

Hace una reverencia exagerada para invitarme a pasar primero. Arqueo una ceja, pero me cuesta no reírme. Es un chico un poco raro, aunque debo reconocer que tiene estilo. Lleva una camiseta extragrande de una banda de rock y unos vaqueros anchos con cadenas. Las gafas redondas le ocupan gran parte de la cara.

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