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Parece que me toca ser valiente otra vez.

Camino hacia ella. Está muy cambiada. Mientras que antes tenía el pelo a la altura de los hombros, ahora apenas le cubre las orejas. Además, se ha hecho un piercing en el labio. Lleva unos vaqueros holgados, un top sin mangas y una bandana roja como diadema. Me detengo frente a ella. A nuestro alrededor, la gente se dispersa.

Blake me mira de arriba abajo antes de romper el silencio.

—Bienvenida a la ciudad, supongo.

Quiero abrazarla y decirle cuánto la he echado de menos. Y también que fue un error distanciarme, que no se lo merecía. Que durante estos últimos meses he necesitado a una amiga como ella. Si pudiera volver atrás y enmendar mis errores, lo haría.

—¿Te apetece tomar algo? ¿Un café? —propongo en su lugar.

Estoy nerviosa. Tras considerarlo un momento, Blake acepta.

Vamos a una cafetería cercana a la facultad que suele ser frecuentada por estudiantes. Tiene un aire ochentero que me cautivó cuando vine por primera vez. Imagino que Blake ya la conocía, dado que no presta mucha atención a la decoración. Ocupamos una mesa que está junto a la pared, lo suficientemente apartada como para mantener una conversación en privado.

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