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Me clavo las uñas en las palmas de las manos, nerviosa. A veces ser valiente consiste en decir a quienes te rodean lo buenos que son para ti, aunque creas que ya lo saben. Blake me mira en silencio y, al final, esboza una sonrisa cargada de cariño.

—¿A cuántos dónuts de chocolate vas a invitarme si digo que sí?

Empiezo a levantarme.

—¿Cuántos quieres? Voy ahora mismo.

Me empuja para volver a sentarme, riéndose.

—Está bien. Te perdono, pero solo por esta vez. —Me señala con un dedo—. Vuelve a hacerme algo así y te las verás conmigo.

—Hecho. Gracias. En serio. ¡Gracias!

Al verme tan emocionada, también sonríe.

Nos pasamos la tarde poniéndonos al día. Me cuenta que cursa Educación Social y que le gustaría trabajar en un instituto cuando se gradúe, si no puede dedicarse a la música a tiempo completo para entonces. Creo que no hay una carrera universitaria que le vaya mejor. Soy perfectamente capaz de imaginármela dando charlas de concienciación a los alumnos. Por mi parte, le hablo sobre mi primer día y Harry.

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