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—Necesitaré a alguien con quien llorar cuando me ponga a estudiar —argumenta y me río mientras lo apunto en su móvil.

Nos despedimos en la puerta porque tomamos caminos distintos. Cuando se marcha, no puedo evitar sonreír. Primer día superado y no ha ido nada mal. Incluso he hecho un amigo. Puede que, después de todo, este sí que sea mi sitio.

Chloe no volverá hasta la noche y no me apetece pasar el resto del día sola, por lo que pienso en llamar a Finn y proponerle ir a tomar algo. Sin embargo, justo entonces miro hacia la calle y me quedo helada.

¿Qué hace Blake aquí?

No solo se encuentra parada frente a mi facultad, sino que, además, a juzgar por cómo mira el reloj, espera a alguien. ¿Tendrá amigos que estudien Bellas Artes? Es imposible que haya venido a hablar conmigo por iniciativa propia. Se supone que éramos muy amigas y una no desaparece de la vida de sus amigas sin dar explicaciones.

De pronto, nuestras miradas se cruzan entre la multitud. Sus ojos grandes y oscuros nunca me habían parecido tan intimidantes. Sostiene el contacto visual y entonces lo sé. Ha venido a verme. A mí.

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