Читать книгу Mejor no recordar онлайн

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Mi madre siempre había sido una persona extremadamente protectora. Cuando era adolescente y salía de noche, siempre se imaginaba los peores escenarios posibles de lo que podía ocurrir y nunca conseguía dormirse hasta que estuviese de vuelta, fuese la hora que fuese. Me escribía al móvil un par de veces a lo largo de la noche, con mensajes tipo «¿Qué tal vas?»; o «¿A qué hora vuelves?». Al principio, todos aquellos controles me irritaban y provocaron numerosas discusiones entre nosotras, hasta que descubrí que no lo hacía porque no se fiase de mí, sino que realmente lo pasaba mal. Con los años, le fui demostrando lo responsable que era y conseguí calmar un poco sus miedos. Me dejó de importar que me escribiese, hasta el punto de que alguna vez yo misma me adelantaba a sus mensajes, contándole mis planes o hacia dónde me dirigía. Sabía que así ella estaría tranquila, y eso nos beneficiaba a las dos.

—No vuelvas tarde que mañana tienes que ayudar a tu padre a mover los muebles del salón. —Puse los ojos en blanco al recordar que me había comprometido a ayudar a mis padres con la reforma de la casa.

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