Читать книгу Mejor no recordar онлайн

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—Te aviso cuando esté en el taxi de vuelta, no te preocupes —dije mientras la miraba fijamente a los ojos con una sonrisa y, luego, me dirigí de nuevo hacia la puerta.

Antes de meterme en el ascensor, me giré una vez más para mirar a mi madre y despedirme de ella. Me fijé en sus verdes ojos y en su piel ya arrugada por la edad. Recordé aquella fotografía que tenía en la mesilla de noche, en la que tendría más o menos mi edad. Era una mujer guapísima, con una tez suave y dorada y un pelo ondulado castaño. Ahora, aunque no fuese joven, seguía siendo una mujer elegante y atractiva, a pesar de que la vejez no había hecho justicia a lo que un día fue.

Salí rápidamente del portal, bajé la calle hasta la esquina y me metí en el metro. Miré el reloj y me sorprendí al ver lo tarde que llegaba. Pensaba que tenía más margen. Saqué el móvil del bolso y llamé a Sofía.

—¡Hola, Ale! —Su risueña voz siempre me sacaba una sonrisa.

—Hola, Sof, llego tardísimo. Lo siento mucho.

—¡Vaya, que novedad! —replicó con tono sarcástico.

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