Читать книгу Sexualidad y violencia. Una mirada desde el psicoanálisis онлайн

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Hay innumerables casos en los que, dictada por la justicia una orden de alejamiento del maltratador de la víctima y la prohibición de comunicarse con ella por cualquier medio —lo que se llama un perímetro de seguridad—, es la misma denunciante la que quebranta esa orden o permite que el denunciado lo haga, y en no pocas ocasiones vuelven a vivir juntos. No pocas veces se ha intentado una explicación simplista —y equivocada, además de injusta— de estos casos, incluso por parte de profesionales del mundo psi, que quiere ver en esas actitudes aparentemente conformistas de las víctimas un cierto masoquismo, que sería propio de la posición femenina, una hipótesis que el psicoanálisis rechaza. Sostenerse en el lugar de sufrimiento en situaciones de malos tratos, como se sostienen muchas mujeres, parece dejar en evidencia la ineficacia de las campañas y exhortaciones tendentes a promover las denunciar y concienciar a las víctimas reales o potenciales, y para las que ni la ley por sí sola ni el esfuerzo de los encargados de aplicarla —jueces y fiscales especializados, policías, integrantes de los equipos psicosociales— operan como un muro eficaz de contención. Paralelamente, es difícil describir el desánimo y la frustración que muchas mujeres amenazadas por la violencia machista sienten ante cada asesinato —una tragedia que a veces incluye a los niños— cuando el hecho pone en evidencia un error en la valoración del riesgo por parte de las autoridades, o fracasa la implementación de medidas eficaces de protección para quien ha denunciado debido a la ausencia de coordinación entre las diferentes instancias administrativas y judiciales.

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