Читать книгу ¿Qué queda del padre?. La paternidad en la época hipermoderna онлайн

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El segundo principio sobre el que se rige el discurso capitalista es el de la exclusión de las «cosas del amor». En L’uomo senza inconscio he traducido esta expresión de Lacan con la idea de que toda la clínica contemporánea podría ser concebida como una clínica del antiamor en la que el sujeto, más que situar en el lugar del Otro lo que ha perdido originariamente a causa de la acción del lenguaje (que lo separa irremediablemente del propio ser), prefiere rechazar la falta que lo constituye y el deseo que de ella surge. Es decir, prefiere no aventurarse en el campo del amor, en aquella zona de turbulencia que caracteriza fatalmente el encuentro contingente y arriesgado con el Otro sexo. Prefiere elegir un objeto inhumano como partenaire antes que situar, como diría Lacan, el objeto perdido en el campo del Otro. Prefiere dejar de lado las «cosas del amor». Es el drama silencioso que acompaña al triunfo del objeto en la economía dominada por el discurso capitalista. Hay que advertir el peso específico de esta coincidencia: la evaporación del padre coincide con la exclusión de las «cosas del amor». El vaciamiento, el ocaso, la caída de su función simbólica, corresponden a una marginación del discurso amoroso. En efecto, donde triunfa la pulsión de muerte no se da la posibilidad del amor. La función paterna implica que el deseo se instituya sobre el fundamento de la Ley de la castración simbólica. Sin embargo, si esta se evapora, la Ley ya no se articula al deseo. Tendremos, por una parte, una Ley sin deseo, anónima, burocrática, incapaz de hacerle sitio a la excepción y, por la otra, un deseo sin Ley, es decir, un empuje a gozar sin horizonte, autista, mortífero, sin lazo alguno con el Otro.


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