Читать книгу Por encima del mundo онлайн
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—Si lo perdemos, me mato —declaró ella.
—Oh, por Dios... —dijo su marido. Y luego, como para corregirse a sí mismo, añadió—: No lo perderemos.
Por la ventana se veía caer una finísima llovizna que goteaba de hoja en hoja en los bananos. El reloj de pared andaba con un tictac rápido y fuerte. “Una bomba de tiempo”, pensó el doctor Slade, mientras recorría con la mirada el verdor húmedo de los jardines del hotel.
—Trata de no ponerte nerviosa —dijo bostezando—. Tenemos tiempo de sobra.
Había una diferencia entre un bostezo ordinario, y éste, tenso y tembloroso, que subió convulsivamente desde el fondo de su estómago. Contó hasta diez y se puso en pie de un salto.
—¿Dónde demonios está ese café? —exclamó con una furia inesperada, y se volvió, buscando la puerta que daba a la cocina. Una mujer gorda y sonrosada entraba en ese momento al comedor; al acercársele, el doctor Slade se dio cuenta de sus brillantes mejillas, y se preguntó fugazmente si no sería la mujer del patrón.
—Buenos días —murmuró. Pero ella lo saludó en inglés con una amplia sonrisa. Caminó en dirección a los ruidos que venían de la cocina, y la encontró: una caverna oscura, donde un negro abanicaba el fuego humeante de la estufa.