Читать книгу Por encima del mundo онлайн
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—¿Hay mantequilla? —le preguntó el doctor Slade.
Ella se quedó mirándolo, se encogió de hombros y dijo que iría a ver. Él alzó la voz y le pidió otra taza de café, y, de soslayo, miró el reloj: doce minutos para las siete.
Desde el zaguán, a sus espaldas, un sonido de tacones se acercó rápidamente. No tuvo tiempo de soltar la taza para volverse; la señora Slade ya estaba a la mesa. Se sentó, y había en su rostro una expresión preocupada y divertida.
—Qué gracioso —dijo, más para sí misma que para él, y luego bebió un sorbo de su café, mientras él esperaba alguna explicación.
La muchacha volvió sin la mantequilla, pero con dos platos de huevos con jamón.
—¿Qué? —dijo el doctor Slade antes de comenzar a comer.
La señora, al parecer, no le había oído y, se abalanzó con gusto sobre su comida.
2
El muelle estaba al final de la calle; desde allí se veía el barco, enorme e inmóvil en el centro de la bahía circular. Una lancha de motor con toldo verde iba y venía sobre el agua que resplandecía entre el muelle y la nave mientras ellos esperaban de pie para entrar en el cobertizo de la aduana.