Читать книгу Por encima del mundo онлайн
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—¡Café! ¡Café! —reclamó el doctor Slade.
El hombre señaló hacia el jardín, y el doctor salió por la puerta y anduvo por la arena gruesa y pesada. Arbustos de flor de pascua crecían bajo los jóvenes papayos; las flores parecían de papel de seda rojo, mojado. Al regresar al comedor por la puerta lateral, renegando, el doctor Slade vio el humo que salía de dos tazas de café sobre la mesa. La señora Slade había desaparecido.
La idea de tomar el café mientras aún estaba caliente, incluso con el acostumbrado suplemento de leche condensada, era demasiado atractiva para pasarla por alto. Se sentó a la mesa. “Espero que haya sido un viaje provechoso”, le diría a su mujer cuando volviera. O, “La digestión también es importante, ¿sabes?”. Un perro ladraba con furia en la calle, justo bajo la ventana, y se oían voces que gritaban acaloradamente. “Cuando uno tiene realmente prisa, hacer que cada segundo cuente es un arte. Debes simplemente saber encajar cada cosa que tengas que hacer en el instante apropiado.” Una muchacha apareció con un plato de pan.