Читать книгу La conversión es un proceso. En las Confesiones de San Agustín онлайн
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En resumen, podemos decir que la sociedad está ciega: “Tenían aquellos estudios, que se llamaban nobles, por objetivo las discusiones del foro y sobresalir en ellas tanto más meritoriamente cuanto más fraudulentamente. Tanta es la ceguera de los hombres que hasta de su misma ceguera se glorían” (L. III, c. III).
2.4. Personalización de la estructura de pecado
Agustín no sólo es pecador porque lo rodea un mundo inmerso en el pecado, lo es también, y fundamentalmente, porque él mismo asimila esas incitaciones al pecado. La estructura de pecado es una fuerza activa que empuja al hombre a hacerse a sí mismo pecador. Esta realidad aparece con claridad en su escrito: él mismo asimila todo este mundo de valores que lo rodea. La perversidad no es sólo estructural, sino también personal: “La perversidad de ellos y la mía” (L. V, c. VIII).
3. LA CONCUPISCENCIA
Agustín detecta también otra fuerza importante, interior al hombre, que lo empuja ferozmente al pecado y que llama concupiscencia. La describe como un afecto o amor que lleva a desear lo prohibido y que se convierte así en fuente de iniquidad o de pecado. Este afecto habita en el deleite de los sentidos corporales y, por medio de ellos, penetra hasta el alma provocando el afán de curiosidad.