Читать книгу La conversión es un proceso. En las Confesiones de San Agustín онлайн

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Por fin, la educación recibida en lugar de orientarle en la vida, lo que proporcionó fue elementos para torcer su camino. Los valores que le inculcaron eran los contrarios de aquellos que después debió ir conquistando a lo largo del proceso de la conversión, que supondrá una reeducación.

Es testigo de la falta de sabiduría de los maestros. En lugar de criticar los contenidos de las fábulas de los dioses las proponían como normas de conducta, controvirtiendo así todos los valores. Los maestros eran incapaces de desenmascarar esta conducta de atribuir a los dioses las obras de los hombres depravados. Sino que, dejados llevar por la vanidad, ponían más énfasis en la materialidad del discurso que en los valores morales, que deben acompañar a toda enseñanza.

Este ambiente de aberración, consolidado en estructuras educacionales, conforma el espíritu de Agustín. De tal manera que no sólo aprende la materialidad de las letras, sino que junto con ellas va bebiendo el “vino del error”. Por ello se lo alaba de sobremanera: “Confieso que aprendí estas cosas con gusto y en ellas me deleité, miserable, siendo por esto llamado ‘niño de grandes esperanzas’” (L. I, c. XVI).


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