Читать книгу La conversión es un proceso. En las Confesiones de San Agustín онлайн
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La fuerza del ambiente social es enorme. El medio es capaz de convertir al hombre en un títere. En esta situación se encuentra Agustín, como nos lo narra en este largo texto:
“Me precipitaba con tanta ceguera que me avergonzaba entre mis coetáneos de ser menos desvergonzado que ellos cuando les oía jactarse de sus maldades y gloriarse tanto más cuanto más torpes eran... ¿Qué cosa hay más digna de deshonra que el vicio? Y, sin embargo, por no ser deshonrado me hacía más vicioso, y cuando no había hecho nada que me igualase con los más traidores, fingía haber hecho lo que no había hecho para no parecer tanto más despreciable cuanto más inocente y tanto más vil cuanto más casto” (L. II, c. III).
Esta influencia social es muy activa. Cuenta que cuando decidió convertirse no quiso comunicarlo a nadie, de momento, para evitar que lo contradijeran y criticaran. Este medio social interviene como una censura y como un elemento amortiguador de la voz de Dios que llama a la conversión.
Otro aspecto que merece ser destacado es la solidaridad en el pecar. No sólo los demás ayudan a pecar; esa misma solidaridad es un tipo de pecado. Narrando el famoso robo de las peras, nos dice que no robó sólo por robar, sino también por hacer el mal en común. Esta sociedad empuja a Agustín a conseguir el dinero y a ambicionar la gloria.