Читать книгу Cetreros I. Profecía онлайн

18 страница из 104

El meteorito, por increíble que pareciera, ajustó levemente su trayectoria para finalmente impactar con una fuerza descomunal en el lugar designado.

Gigantescos trozos de dorado material incandescente se desprendieron del aerolito con elegante e inesperada simetría. En medio de una nube, chispas doradas e incandescentes se elevaron en el aire girando con energía y dirección propias, envueltas en una poderosa capa de luz que ondulaba con vida propia y destrozaba la oscuridad.

La energía del geotraxis había llegado a un nuevo mundo.

Simultáneamente surgieron del sitio del impacto chorros de luz igualmente dorada, e iluminaron poderosamente el escenario de lo que algún día sería el escenario para el teatro de la vida.

Así quedó marcado el lugar para el primero y más importante de los denominados quanan yumek: ‘ejes de fuego de la Tierra’.

El choque entre el meteorito y la superficie planetaria no solamente liberó los seis ordenados fragmentos principales del bólido, sino que también insufló la chispa de vida a ese pequeño mundo.

Правообладателям