Читать книгу Cetreros I. Profecía онлайн

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Después, sin apenas pausa, un nuevo envío de energía surgió a través de los siete quanan yumek en forma de poderosos rayos que, tras volar en dirección al cielo, estallaron simultáneamente en medio de la dorada niebla. Y la transformaron en un instante, como si de agua congelada súbitamente se tratase, en una sólida cubierta; una esfera geodésica que, brillando titilante en la oscuridad del espacio, envolvió completamente el planeta.

Entonces, también por primera vez en esa parte de la galaxia, se escuchó una hermosa y ancestral música que acompañó el proceso de dar vida a un mundo.

El planeta se había convertido en una inmensa joya dorada que flotaba en el negro vacío del espacio. Una joya que vibraría y viviría al compás de su propia música, siguiendo las pautas que su número le indicaba. Un mundo que dormitaría esperando el momento de ser despertado completamente por el poder y el amor de sus heraldos.

Después de un instante cargado de una inmensa tensión, como si esa parte del universo contuviera el aliento, el planeta entero tembló levemente. Procesos inmensamente complejos se estaban desarrollando en su interior a velocidades inimaginables. Desde el espacio pareció que el planeta se desdibujaba aún más entre la áurea bruma de luz. A escala planetaria fue un terremoto en toda regla; un movimiento que, al sacudirlo por completo, fue el preámbulo al milagro definitivo.

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