Читать книгу Estudios sobre la psicosis. Nueva edición reescrita y ampliada онлайн
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Advertida la policía de los hechos, se personó en el lugar un comandante, quien decidió el traslado del yaciente al puesto sanitario más próximo. Allí, una vez recobrada la consciencia, Wagner dejó claro que no hablaría hasta que fuera conducido a Vaihingen, sede del Juzgado de Primera Instancia más próximo. De inmediato informó de que la madrugada anterior había pasado a cuchillo a su propia familia y que, dado que no había podido suicidarse, le parecía legítimo que lo decapitasen.
El profesor Robert Gaupp, experto en la paranoia, fue llamado para informar a los Tribunales del estado mental del asesino, pirómano y dramaturgo Ernst Wagner. Gaupp se percató en seguida de que Wagner no estaba en sus cabales. Mediante el interrogatorio averiguó que ese hombre de mirada inquietante era un paranoico cuya locura se remontaba a 1901, a raíz de los tormentos autorreferenciales suscitados por unas más que probables prácticas de bestialismo («Ich bin Sodimit» [«Soy zoófilo»] era la fórmula con la que él mismo indicó el corazón de su certeza psicótica). «Basta que hablen dos para que estén hablando de mí», había escrito este soberbio y vengativo maestro rural en los cuadernos que componen su Autobiografía, dejando así constancia de esa asfixiante atmósfera mental dominada por las alusiones que experimentaba de continuo y por doquier.