Читать книгу Estudios sobre la psicosis. Nueva edición reescrita y ampliada онлайн

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Mas los matices que se observan respecto a la reducción, ya sea mediante la moderación o la supresión, desaparecen cuando se trata de juzgar la responsabilidad de quien se deja arrastrar por las pasiones. Aquí las disonancias dejan de existir, incluso en aquellos autores que, como Aristóteles, vieron en el término medio la acertada elección del hombre prudente: «Y no sólo los vicios del alma son voluntarios, sino en algunas personas también los del cuerpo, y, por eso, los censuramos. En efecto, nadie censura a los que son feos por naturaleza, pero sí a los que los son por falta de ejercicio y negligencia»24.

Como sucede con la responsabilidad, donde las opiniones se conjugan y entrelazan, estoicos, escépticos y epicúreos tenían a gala el valor terapéutico de la filosofía, es decir, la confluencia del saber, la acertada posición ética y el buen uso de la palabra. De manera que un estoico como Séneca escribió: «El que acude a la escuela de un filósofo, es necesario que todos los días obtenga algún provecho: que regrese a casa más o menos sano o más sanable. Y regresará sin duda: tal es la fuerza de la filosofía que no sólo ayuda a los que se consagran a ella, sino también a los que con ella se van familiarizando»25. En la misma línea, el escéptico Sexto Empírico dejó dicho: «El escéptico, por ser amante de la humanidad, quiere curar en lo posible la arrogancia y el atrevimiento de los dogmáticos, sirviéndose de la razón»26. Y otro tanto leemos en los textos de Epicuro: «Vana es la palabra del filósofo que no remedia ningún sufrimiento del hombre. Porque así como no es útil la medicina si no suprime las enfermedades del cuerpo, así tampoco la filosofía si no suprime las enfermedades del alma»27.

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