Читать книгу Estudios sobre la psicosis. Nueva edición reescrita y ampliada онлайн
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Aunque estas corrientes coinciden en el valor terapéutico de la filosofía y del buen uso de la palabra, sus diferencias se acrecientan a la hora de elegir la buena dirección que encamine al doliente hacia la felicidad, suprema aspiración del hombre, al menos en apariencia. De esta encrucijada parten las diversas soluciones éticas, que para los epicúreos y los estoicos jamás podrían darse fuera del marco de la relación (transferencial) con el maestro.
Evitar el dolor mediante una ascesis y aspirar al verdadero placer, el placer de existir, puesto que el placer (hedoné) es principio (arché) y fin (télos) de una vida feliz; tales serían, de forma sintética, los fundamentos de la filosofía práctica de Epicuro y de su compilador Lucrecio. Gran teórico del placer, del goce, del deseo, de las necesidades y del cuerpo, Epicuro distinguió entre el placer estable o catastemático (consecutivo a la supresión del dolor) y el cinético (placer de los sentidos). Cuando tenemos hambre o sed, sentimos dolor, pero basta con que nos saciemos para experimentar el placer catastemático. Ahora bien, quien sigue bebiendo o comiendo más allá de las necesidades, lo que provoca es un placer cinético, el cual no aumenta el placer catastemático básico, ya que la grandeza de los placeres tiene su límite en la eliminación del dolor.