Читать книгу El falo enamorado. Mitos y leyendas de la sexualidad masculina онлайн

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Yo: ¿Entonces, habría dos Otros que conciernen al campo de la sexualidad?

Él: Efectivamente, uno sería el Otro primordial, que por convención solemos llamar madre, pero también está el Otro de los ideales culturales, que también por convención solemos llamar padre.

Yo: ¿Entonces, en la conjunción del campo pulsional que es necesario referir a este Otro primero, primordial, con la posición del sujeto en el campo del Otro de los ideales culturales, podría haber una articulación que sería nada más y nada menos que la representación de la relación de los sexos en el inconsciente?

Allí ya no logro escuchar nítidamente la respuesta de Lacan, allí ya no sé si mi subrayado es su respuesta o mi pregunta.

no hay relación sexual

Si es verdad que los síntomas guardan una íntima relación con la creencia fundamental para los neuróticos en la existencia de la relación sexual —extrapolable a cualquier situación donde la complementariedad fusional revele el fatídico «hay» (¡ay!)— podríamos decir que entre el «hay» Ideal, y el «hay» pulsional, aparece toda la gama de los síntomas sexuales de identidad y de aquellos de «no identidad» —identificables— como sexuales. ¿Se tratará, una vez más, de la batalla permanente entre el deseo (inconsciente) y los Ideales del Yo o/y las voces-mandatos del Superyó?

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