Читать книгу El precio de la democracia онлайн

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Esto no significa que yo me oponga a anualizar el voto político de los contribuyentes permitiéndoles elegir, cada año, a los partidos que desean financiar, en vez de ligar el dinero público a las elecciones pasadas. Nuestras democracias contemporáneas sufren de un financiamiento que paraliza la contienda política. Aunque las experiencias recientes (como la del “2 por mil” italiano) son ricas en potenciales desviaciones, estoy convencida de que es posible aprender lecciones útiles de ellas, a condición de que los ciudadanos se apropien de este debate esencial y no se dejen impresionar por su aparente carácter técnico. La propuesta que presento al final de este libro va justamente en ese sentido, pues busca permitir a cada ciudadano dedicar cada año, en su declaración de impuestos, una suma fija al partido político de su elección. El ejemplo italiano nos muestra que la administración fiscal podría hacer eso con mucha facilidad. Pero el punto fundamental es que esta contribución anual debe hacerse con base en la equidad: una persona, un euro, un voto. No hay razón para que algunos, por tener más dinero, tengan más “votos” que otros —lo cual es, además, extremadamente perjudicial—. Votos financiados, por cierto, con los impuestos de todos.

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