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Nuevamente los paralelos con la historia de Jesús son impresionantes. Al final de su vida, Jesús fue tomado prisionero por causar una revuelta en el templo de Jerusalén, fue arrestado y después de dejar la tierra cuando murió, ascendió al reino de los cielos. Apolonio, como filósofo, enseñó que el alma es inmortal y que la carne muere, pero que la persona continúa viviendo después de haber muerto en la carne ―este pensamiento griego sobre la muerte ha influido mucho al cristianismo―. No todos le creyeron, pero después que partió al cielo, en una visión se apareció a uno de sus seguidores, quien dudó de él. Apolonio convenció a su seguidor de que él todavía estaba vivo y presente entre ellos. También Jesús, después de muerto, se le apareció a Tomás el escéptico y a sus discípulos, diciendo que él no había muerto, sino que vivía y que seguiría viviendo eternamente (Hch. 1:2-9). Es impresionante el paralelismo de las dos historias.

Lactancio y Orígenes

¿Filástroto fue el único que escribió sobre la existencia de Apolonio de Tiana? No, hubo otros autores también, retóricos que defendían la fe cristiana. Uno de ellos es Lactancio, o su nombre completo: Lucio Cecilio (o Celio) Firmanio Lactancio (260-330 d. C.). Lactancio tiene un lugar importante entre los padres apostólicos anti nicenos.33 Lactancio habla de filósofos, a quienes se consideraba como los que guiaban la vida humana y hablaban con la verdad. Uno de los filósofos a los que se refiere él es Sossianus Hierocles, a quien en español se conoce como Herocles, quien escribió un libro llamado Amantes de la Verdad. Fue un romano aristocrático que comparó a Apolonio de Tiana con Jesús en su escrito, y el cual ya no tenemos, pero sabemos de él por referencias de autores cristianos como Lactancio, quien se refiere a ese escritor y lo busca debatir en su pensamiento y en su afamado libro polémico que escribió, seguramente, a principios del siglo IV.

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