Читать книгу Nuestra asignatura pendiente онлайн

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—Volar en parapente.

—¿¡Volar en parapente!? —Kyle tuvo que reprimirse para no gritar, aunque se inclinó hacia delante—. ¡No, no puede ser! ¡No me lo creo, Milly!

—¡Créetelo, te juro que es verdad! —clamó ella, entre risas. Desvió la mirada hacia una de las fotografías que decoraban la pared de su estudio y que certificaba sus palabras. La había sacado el instructor de parapente cuando se encontraban en pleno vuelo; se la veía asustada, pero tenía una sonrisa de oreja a oreja—. Fue hace años —decidió contárselo—. La protagonista de la novela que estaba escribiendo tenía que volar en uno y decidí hacerlo yo para saber qué se sentía.

—¡Pero si tienes miedo a las alturas! O, al menos, lo tenías… ¡Cuando fuimos a la inauguración del London Eye te negaste a subir!

—Es verdad. Para volar en parapente tuve que enfrentarme a mi mayor miedo, y te aseguro que no fue fácil. Pero tenía tanta determinación, tantas ansias de conseguirlo, que asumí el desafío y llegué hasta el final. Y la sensación de libertad cuando por fin me animé a abrir los ojos fue increíble. Esa experiencia y, por supuesto, la ayuda psicológica previa y posterior que recibí, me ayudaron a superar mi acrofobia. De hecho, aunque te parezca increíble, ahora disfruto de las alturas, aunque no te negaré que, en algunas ocasiones, siguen provocándome un nudo en el estómago… pero ya no me parecen tan terribles ni mortales. La vida también es eso, ¿no? Asumir riesgos, desafíos, enfrentarse a los miedos y superarlos. Avanzar, nunca quedarse parado —reflexionó.

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