Читать книгу Nuestra asignatura pendiente онлайн

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Poco después, el sonido del timbre la salvó de esos pensamientos. Le servía como una excusa para no llamar a Kyle.

Un par de días antes, sus padres, John y Cristina, le habían dicho que irían a cenar para despedirse antes de que se fuera de viaje. Al abrir la puerta, se encontró con cuatro sorpresas más.

—¡Tía Emy! —clamaron los gemelos de tres años al verla mientras se lanzaban sobre ella con los brazos abiertos, esperando que los alzara. A Emily se le iluminó la cara.

—¡Ey! ¡Pero qué sorpresa, si son mis duendecillos irlandeses! —exclamó mientras les alborotaba el pelo pelirrojo. Los niños seguían intentando treparle por los brazos—. Esperad, que ya no puedo levantaros a la vez, ¡estáis enormes! —señaló Emily. Después se acuclilló para quedar a la misma altura que los pequeños y poder responder a sus muestras de cariño—. ¿Qué hacéis aquí? —al formular la pregunta, levantó la vista hacia su hermano y su cuñada Sarah, que, como los gemelos, era pelirroja. Emily sonreía, incrédula.

—Venga, niños, que todos queremos saludar a la tía Emy —indicó Sarah, quien cogió a Liam de la mano para despegarlo de la anfitriona mientras Cristina hacía lo mismo con su nieto Noah.

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