Читать книгу Nuestra asignatura pendiente онлайн

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—Lo has hecho muy bien, Milly. Mientras hablabas, he cerrado los ojos y he sido capaz de ver cómo vives el proceso. Tienes un don, siempre lo has tenido. Inspiras —expresó, aunque no le dijo que había inspirado a su hija a ir en busca de sus raíces maternas.

—Gracias, Kyle —susurró ella. Aspiraba a transmitir todo eso a los demás, y aunque no estaba segura de lograrlo siempre, pese a esforzarse al máximo para conseguirlo, él le acababa de decir que lo hacía. Sus palabras le habían acariciado el alma y solo pudo quedarse en silencio, disfrutando.

—Acabo de ver una estrella fugaz —mencionó Kyle con frescura.

—¿Estás fuera?

—En el jardín. Se está muy bien.

—¿Y has pedido un deseo? —le preguntó mientras dibujaba estrellas fugaces, aunque la hoja ya estaba llena de garabatos.

Kyle cerró los ojos durante un segundo. Habían tenido una conversación parecida hacía muchos años, cuando un anochecer de abril los había encontrado en ese mismo jardín, tirados sobre el césped, mirando el cielo, con los dedos entrelazados y hablando de cualquier cosa. Había pedido un deseo, se había apoyado en un brazo e inclinado sobre ella para hacer realidad su deseo, que había coincidido con el de Milly.

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