Читать книгу Nuestra asignatura pendiente онлайн

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Mientras tanto, sentado sobre la hierba, Kyle se apoyó en el muro del jardín. Había salido para evitar que Bethany lo oyera. Después de cenar, su hija se había ido corriendo a su habitación para continuar con la lectura de una de las novelas de Miranda, así que él había aprovechado para llamarla.

—Espero no haber interrumpido nada importante… Sé que es tarde, pero, bueno, dime si quieres que llame a otra hora si estás ocupada o a punto de irte a dormir.

—La hora no es un problema, no te preocupes. Muchas veces me quedo trabajando hasta tarde, así que para mí incluso es pronto. Cuando llega la inspiración, me pongo a escribir y la hora se me pasa volando —contó. Sujetó el móvil con la mano izquierda y, con la derecha, cogió un lápiz y, de manera inconsciente, empezó a garabatear figuras circulares en el bloc de notas—. Ya sabes… es como si el tiempo no existiera, ¡pero vaya si existe! Cuando «vuelvo al presente», miro la hora pensando que solo han pasado unos minutos, pero me doy cuenta de que llevo horas inmersa en otra realidad. Es fascinante, ¿no crees?

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