Читать книгу Transpersonalismo y decolonialidad. Espiritualidad, chamanismo y modernidad онлайн

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Rodolfo Kusch, Geocultura del hombre americano, 1976

Probablemente, el primer discurso auténticamente “descolonial” se dio justamente alrededor de 1565 con el Taki-Ongoy, el “canto-baile-camino a la constelación Onkoy” (Las Pléyades), movimiento colectivo revolucionario, de resistencia y restauración andina, que se extendió a todo el mundo rural indígena e incluyó enteógenos y la provocación de Estados Ampliados de Conciencia (EAC), íntimamente ligado al Pachakuti, el retorno extático al espacio-tiempo más profundo, holotrópico, transpersonal, hondamente espiritual y trascendente.

Diego R. Viegas, 2020

Prefacio*

Charles D. Laughlin**

El movimiento transpersonal en Occidente es nada menos que revolucionario. Es revolucionario porque tiende a empoderar al individuo, al permitirle vislumbrar tanto un estado de interdependencia personal con el cosmos como la naturaleza holística de nuestro yo superior. Así, las experiencias transpersonales por su propia naturaleza tienen profundas implicaciones socioculturales. Entre otras cosas, los estados alternativos de conciencia (o estados ampliados de conciencia, en términos de Diego Rodolfo Viegas), sean generados usando enteógenos o no, propenden a cerrar la brecha entre la experiencia de la gente “moderna” y la de aquellos pueblos tradicionales que no han perdido el contacto con sus raíces espirituales. La modernidad en las sociedades posindustriales se basa en la socialización de los jóvenes que produce un sentido de alienación, apatía, desamparo, aridez espiritual y flexibilidad económica, que es útil para una economía capitalista, pero es la antítesis del empoderamiento personal.

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