Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн
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Nos fuimos a allí, a nuestra casa sin ventanas, ni puertas, ni energía, ni agua, absolutamente en la nada, pero la ilusión de realizar nuestros sueños era más grande, aparte de nuestra necesidad.
Fuimos los primeros del barrio, eso significaba que conocíamos a cada uno que llegaba nuevo y además aún seguían construyendo más casas, así que eso trajo bastante movimiento de personas. Un día mi mamá al verse sin trabajo, tomó la decisión de poner un puesto de venta de arepas, en la esquina de nuestra cuadra. Desde el principio nos fue muy bien, cada día teníamos que aumentar la producción porque no dábamos abasto.
El barrio cada vez se fue llenando más y más de vecinos, todos nos conocían y nos querían, e incluso empezaron a poner diferentes negocios y empezó a coger vida el barrio. Mi madre había tomado confianza con un matrimonio, que en su momento ayudó en un problema con el constructor de la casa, que era el mismo de la suya. Fue tanta la amistad, que mi madre les ofreció que fueran mis padrinos.