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Mi madre me dejó de hablar por mucho tiempo, pero no le presté atención ni me importaba su opinión. Michael se marchó a los pocos días y recuerdo que lloré mucho con su partida, pues era evidente que se marchaba mi primer amor de niño. Éramos niños y todo lo superábamos o lo olvidábamos pronto, pero yo siempre recordaré ese rostro dulce, angelical y sobre todo travieso que adoraba de él.
Un día mi madre, después de nuestro trabajo en la venta de arepas, me presentó a los que iban a ser mis padrinos, me puse muy feliz pues era una ilusión que tuve siempre, tener unos padrinos y ser bautizado, ese mismo día me invitaron a su casa para presentarme a sus hijas y también celebrar el baby shower* de su primer nieto que estaba por nacer.
Pronto hice nuevas compañías con los que jugaba a diario, pero nunca volví a tener un buen cómplice como lo fue Michael.
Recuerdo también que en casa no teníamos TV, ni radio, ni mucho menos teléfono, así que acudíamos a las casas de nuestros vecinos para poder ver algún programa de TV. En muchas ocasiones las humillaciones eran crueles, nos regresábamos a casa llorando, porque era triste no poder tener algo para entretenernos, mamá con mucho esfuerzo logró comprarse un radio que tenía TV incluida, era muy pequeña pero suficiente para alegrar nuestros días.