Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн

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En el camino la señora solo me decía: “Yo sabía que usted era el demonio, pero hacer lo que ha hecho es lo peor. Corromper a un macho como mi hijo, es el colmo”. Yo no podía negar nada, porque nos había visto, pero le respondí: “Nos ha visto a los dos, así que como él es mayor y no un niño como yo, no es como para que usted me esté diciendo esas maricadas”, la señora se asustó y me dijo que me fuese solo y ella se regresó a su casa.

Tuve que esperar mucho tiempo en la puerta de la casa de mi hermano y mi abuelo, pues ninguno estaba en casa. Cuando llegaron, no daban crédito de que estuviera allí, me dieron comida y yo no les quise contar por qué me habían sacado de esa forma y tampoco creía que la mamá de Óscar por vergüenza dijese algo al respecto. Así que me quedé callado y al día siguiente llamé a Don Hernando, para que me mandara dinero para irme a Cali y pedirle que me dejara quedarme en su casa, mientras mi mamá encontraba casa para nosotros.

Morbos en Sameco y mi padrino Don Hernando


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