Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн
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A veces con mis amigos al tener ordenador e internet en su casa podíamos ver porno y fotos eróticas, esto hacía que aquel salón se convirtiera en el descargue de todos, nos pajeábamos viendo porno, así teníamos tiempo de vernos las pollas y siempre me jodieron por tenerla más grande, ellos siempre supieron que a mí me gustaban los tíos y sabían que me encantaba verlos pajearse, porque siempre me ponía frente a ellos. Lo hacíamos muchas veces, incluso cuando nos íbamos de excursión al río, siempre terminábamos pajeándonos, pero ninguno se atrevía a pasar más allá, así que me adapté y me gustaba ese plan.
En ocasiones me unía a otros grupos de chicos, así que tenía amigos adonde mirara. Una vez estaba jugando con Andrés y otros chicos al escondite en su casa, que a su vez era la casa de al lado de donde yo vivía. Él siempre mostró señales de que se mariqueo*, como se les dice a las mariquitas en el barrio, así que me acerqué a él, a ver cómo era el juego del escondite en su casa y efectivamente era lo que me imaginaba. Andrés era el típico chico grandote, grueso y con cara de todo, pero pervertido, nada más empezar el juego me cogió de la mano y me dijo que me escondiera con él y yo ni corto, ni perezoso, le seguí.