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Después de tanto tiempo, había hecho buenos clientes y sobre todo amigos en mi trabajo en Sameco, muchos de ellos, quizás porque tenían el morbo de follarse el maricón de Sameco o simplemente porque les agradaba. Entre ellos siempre destacaron los guapos a los que siempre les llamaba “mis preciosos” y ellos a mí me decían el “Bebé”. Muchos eran taxistas, otros trabajaban cerca en las fábricas de Sameco, algunos eran conductores de buses, camioneros y otras tantas personas que simplemente les gustaba ir a comer a allí.

Pero de todos ellos, había hecho muy buena amistad con unos chicos jóvenes que siempre llegaban fumando marihuana y pedían siempre que les atendiera yo, pues les consentía y servía lo que ellos pedían como más les gustaba, eran Michín, Rolo, Cherazy y Berrinche, los cuatro eran guapísimos y en varias ocasiones podían ver y oír que muchos me faltaban al respecto, diciéndome cosas vulgares y eso llamó su interés por mí.

Dada la situación siempre que llegaban, veían que estaba rodeado de clientes y todos hombres, un día Michín me preguntó si yo era maricón, yo le respondí que no lo sabía, porque no estaba bien abierto al tema, así que en ese mismo momento él y Rolo sacaron sus pollas largas, gruesas y con unos capullos preciosos, me dijeron que a ellos me podría abrir, para que de una vez decidiera.


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