Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн
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Su madre estaba feliz, porque el niño por fin ya no tenía el capullo escondido, y a Sebastián le había encantado vérsela como quería, así que en nuestras noches en medio de nuestras calenturas, me pedía que me la dejase meter y yo le complacía muchas veces, incluso nos gustaba espiar a Don Hernando, queríamos verle la polla y un día que nos habíamos quedado solos, sacó una película porno de mujeres follando con animales y se puso tan cachondo que nos preguntó si la teníamos dura, Sebastián dijo que si y yo también, y nos dijo que si queríamos, nos podíamos pajear, porque le había puesto muy arrecho* esa película.
Se la sacó, era recta y gorda, la cogió entre sus manos grandes, se escupió el capullo, empezó a pajearse y solo nos miró cuando se corrió, fue cuando la mujer de la película se sacaba la polla del caballo de su coño y le salían litros de leche. Yo me corrí al verle disfrutar y como si nada se fue al baño, se duchó sin decir ni una palabra nunca más del tema.
Siempre guardé la esperanza de poder tener alguna complicidad con Don Hernando, porque era al hombre que más cerca tenía y haberle visto pajearse, había llamado mi atención por probar su polla. En ocasiones Sebastián me pillaba espiándole por la rejilla del baño mientras me masturbaba, pues me ponía muy caliente ver a Don Hernando masturbarse, le vi en muchas ocasiones.