Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн
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Mi físico en esa época estaba cambiando, así que empezaron a llamarme “Narizyanky” y como me parecía gracioso, me reía también de sus estupideces y en ocasiones, me tocó irme a las manos, al no estar siempre de buen humor, además era bastante solitario, había cogido la costumbre de fumar, así que era el único alumno de todo el colegio que fumaba en los descansos, a pesar de las llamadas de atención de muchos profesores.
Me había convertido en un adolescente de trece años, no me gustaba nada, lo odiaba todo y si no hubiese sido por un amigo que encontré en aquel pueblo, mi tiempo allí habría sido más insoportable. Su nombre era César Augusto, como el emperador, tenía una risa contagiosa, ojos claros y su pelo era rubio. Al igual que yo, él odiaba Jamundí, el colegio, los compañeros, pero también nos unía algo más y era que los dos éramos extremadamente morbosos.
César desde un principio se dio cuenta de que me gustaban más los hombres, porque pudo notar como le miraba y eso le ponía muy cachondo, tanto que en ocasiones no íbamos a clases y nos quedábamos en su casa. Allí, él siempre permanecía solo, pues toda su familia trabajaba. Un día me llevó a su casa y me puso a prueba para confirmar sus sospechas, así que sacó una revista porno y allí mismo empezó a ponerse cachondo, yo al verle también me puse, así que nos desnudamos, nos pusimos frente a frente y nos masturbamos mirándonos. Él no pudo aguantar las ganas y me empezó a hacer preguntas en las que le confirmaba que en efecto, prefería a un hombre que a una mujer. Él descaradamente se levantó, cogió entre sus dedos su precum, me lo dio a chupar y yo lo hice encantado.