Читать книгу Entre tantos otros del montón. (Incoherencias inconexas) онлайн

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—Todavía no tengo el nombre, pero, cuando lo tenga, va a ser buenísimo —dijo la aún verruga de Lance.

Varios meses pasaron y una vez más estaba tocando la puerta de su primo, pero esta vez le pidió que estuvieran solos, y naturalmente así fue. El dueño de casa ofreció una de sus escoldrafias, él se sentó en la otra. Bebieron balbuscia, aunque Lance fue siempre más del prectar. “A mí, no me saquen el escocés on the rocks”, era una de sus frases célebres.

Todo salió como no fue planeado: ambos borrachos al amanecer en la parlafruncia, vestidos de fiesta corriendo olas y corriendo de las olas, mojados por la mitad, o casi tres cuartos. Lance supo que sería una buena oportunidad de decirle, pero se lo veía tan feliz a su primo, su amigo de toda la vida… Pero alguien debía decirle… su felicidad dependía de eso.

El gordo muy perceptivo inquirió:

—¿Qué te pasa a vos? Decime…

Frío empezó a correr por todo el prospiato de Lance. Hubo una batalla de le digo no le digo, mientras sus pies, tobillos y pantorrillas empezaron a, notoriamente, congelarse hasta los muslos.

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