Читать книгу Entre tantos otros del montón. (Incoherencias inconexas) онлайн

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Entró el oficial a cargo de la investigación como pudo y se acercó a la forense, quien ya estaba terminando de examinar al ensangrentado hombre y dijo:

—Es muy difícil encontrar una conclusión en este momento, es necesario un procedimiento más detallado; sin embargo, a simple vista podría, hipotéticamente hablando, llegar a ser un suicidio.

El oficial la miró, ella lo miró en respuesta y, entonces, el empezó su corto desfile de interrogaciones, del cual solo vale rescatar el siguiente fragmento épico:

—Así que se suicidó, ¿eh? Escribano, acérquese, por favor, ¿usted qué vio? —dijo el policía.

—Fue suicidio —respondió uno de los escribanos.

—No diga más, está corroborado entonces, me voy a tomar un café, con permiso.

Sabés a qué me refiero

Se había golpeado y ya no marcaba bien la hora y la malla se había roto. De todos modos, Lance se puso el castahuate de vuelta en el bolsillo. “Nueve menos veinte”, le dijo a un árbol, a lo que este le contesto: “¡Uy! Gracias”, arremangó su tronco y se dispuso a correr.

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