Читать книгу Dénia. La ciutat i el castell. L'arquitectura militar baluardada (Segles XVI-XIX) онлайн
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Més explícit és V. E. Oliver (1930: 6-7), per la profusió de dades que aporta: «El “Saladar” de Denia estaba formado a mediados del siglo pasado por unos terrenos pantanosos, a modo de una marjal, que permanecía inundado desde Septiembre u Octubre, al iniciarse las lluvias otoñales, hasta Mayo o Junio, y los otros tres o cuatro meses de calores se secaba, pero exhalando las consiguientes miasmas, constituyendo un foco palúdico de gran notoriedad en todo el antiguo Reino de Valencia, hasta el extremo de que todavía se conservan algunas sentencias populares que recuerdan aquella calamidad pública.
Después de la revolución de 1868 se acordó el derribo de las murallas de Denia, y un modesto maestro de obras que aquí había, llamado D. Patricio Ferrándis, se quedó la contrata del derribo a cambio de los escombros, que consistían en un poco de piedra y enormes cantidades de tierra que, según él, reunía excelentes condiciones para la explotación agrícola. Adquirió la laguna del “Saladar”, hizo catas, rellenándolas de machaca, o sea zanjas de drenaje, y encima puso la tierra sacada de las murallas, convirtiendo de tal suerte aquella especie de laguna, que sin duda fué en otro tiempo albufera y acaso más pretéritamente un fondeadero, en una partida de labrantío, la actual partida del “Saladar”, que entonces tenía unas 90 hanegadas de extensión superficial (cerca de 7 ½ hectáreas).