Читать книгу Mueve tu ADN. Recuperar la salud con el movimiento natural онлайн
71 страница из 94
Si formas parte del aproximadamente 40% de la población de Estados Unidos que practica algún tipo de ejercicio regularmente, lo más probable es que lo realices en algún espacio cerrado, tres o cuatro días a la semana y durante unos cuarenta y cinco minutos. Para ello utilizas algún tipo de dispositivo o maquinaria, o algún patrón de repeticiones, puede que escuchando música a un volumen elevado. Hay una gran probabilidad de que el ejercicio que realizas conlleve mucho movimiento de piernas pero no desplazar el cuerpo con relación al suelo. Caminar –una tarea que requiere de una gran coordinación muscular– es una actividad que se compagina de manera natural con el flujo continuo de información visual, es decir, con el así llamado flujo óptico. Tú te mueves hacia delante pero, al mismo tiempo, bajo tu punto de vista –nunca mejor dicho– los objetos se van moviendo hacia atrás. Tu sistema sensorial integra todos estos datos –cuánto han de moverse tus articulaciones, cuánto han de contraerse los músculos y la velocidad a la que los objetos se van desplazando en tu campo de visión–. Pero ahora, corriendo en una cinta, estás fijo en un mismo lugar y tu cerebro se ve obligado a adaptarse a grandes movimientos que no te llevan a ninguna parte –tal y como te indican los datos recogidos por la vista–.