Читать книгу El joven Pierre Vilar, 1924-1939. Las lecciones de historia онлайн

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Estoy preparando mi «Arrianismo» para Meuvret; es decir, que estoy haciendo teología trascendental. Desde hace ocho días cada vez estoy más convencido de que el Padre no es el Hijo, el Hijo no es el Padre, y el Espíritu Santo no es ni el Padre ni el Hijo, como decía el Catecismo de los Católicos: he aprendido el Credo en griego, y sé muchas cosas sobre las relaciones del Logos de Platón y Filón de Alejandría con el Verbo del Evangelio de San Juan.

Nueve días después, Vilar, valorando que aquella sesión había ido bastante bien, declaraba acabada la etapa de las exposiciones y se disponía a explorar nuevos temas de historia medieval, ya que el tema que tanto tiempo le había ocupado parecía agotado, como muestra este comentario sobre los dosieres hechos con la máquina de escribir de Ruffel: «Toda la disputa del Sacerdocio y el Imperio –me refiero a los caminos que dividen esta cuestión– ha sido expuesta: de manera muy limpia y muy clara; ¡está realmente bien!». Pero el 9 de febrero se confesaba invadido por la pereza ante la idea de tener que estar aún todo un mes, puesto que el examen estaba programado para el 7 de marzo, absorbido por la Edad Media, y hacía esta observación: «estos programas tan precisos en apariencia se revelan inabarcables cuando uno se implica a fondo: los Árabes... cinco o seis volúmenes por leer; los Bizantinos del 395 al 867, toda la obra de Diehl; Francia e Inglaterra, ni hablemos, ¡no sé ni una palabra!». Lo único que parecía provocarle una cierta satisfacción era el hecho de haberse convertido en un experto en el tema de «El Sacerdocio y el Imperio»: «tengo un verdadero curso de la Sorbona, mi composición con cubiertas mecanografiada». Y aún el 17 de febrero de 1927 dice que la carta será corta porque quería acabar una pequeña disertación que quería entregar el sábado a Jordan sobre «el papel de Sicilia en la disputa del Sacerdocio y el Imperio antes de 1159». El 22 de febrero de 1927 compara nuevamente a Fliche y a Jordan con un comentario que vuelve a revelar además del contraste entre las dos escuelas históricas, la centralidad de las cuestiones de papas y emperadores en la preparación de aquel examen:


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